Aquellos que trabajan
en los archivos dominicanos llegaron ahí por pura casualidad y en su gran
mayoría, consideran el puesto de archivista como un trampolín para alcanzar el
puesto que realmente desean y que corresponde a “su carrera”. Ninguno considera
el trabajo de archivista como una posible carrera. Y es lógico: no se estudia
ni en las escuelas ni en las universidades. Salvo algunas materias relacionadas
con los archivos en algunas de ella, no hay una carrera formal. El Archivo
General de la Nación ha organizado varias formaciones, pero más bien,
orientadas a los archivos del Estado y particularmente los archivos históricos,
lo que es lógico si se quiere tener un profesional preparado en los archivos
estatales.
El archivista de
empresa, que es el que maneja la documentación que debe formar el patrimonio
histórico-económico del país, se capacita muy poco. En general, aprende del
anterior, con todos los errores que eso implica. La frase que oigo siempre es:
“lo encontré así y lo sigo haciendo como me lo enseñaron”. La falta de
capacitación es la causa de archivos atrasados en sus procedimientos, sin
acceso a un mínimo de tecnología. A menudo se le da al archivo las computadoras
que retiran de las oficinas porque “son más que suficientes para lo que se hace
aquí”. ¿Eso le suena familiar, amigos archivistas?
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