Hoy, Día
Internacional de la Mujer, quisiera recordar a mi abuela materna, graduada en
1921 con el título de “sage-femme” (partera) en la Facultad de Medicina de
París.
La Primera
Guerra Mundial cambió el estatus social de la mujer que pasó de ama de casa en
su gran mayoría, a jefe de familia y mujer trabajadora, sustituyendo la falta
de hombres, caídos en combate o lisiados. La mujer ya producía y había mantenido
la familia durante la ausencia del esposo y padre.
Pero la profesión de partera no podía ser ejercida por cualquiera; se
necesitaba estudios, en Francia por encima del “Brevet élémentaire”, cuyo nivel
en esa época llegaba aproximadamente a lo que es hoy nuestro bachillerato. Precisamos
que en Francia, desde la creación por Napoleón en 1803 de la primera cátedra de obstetricia en la Facultad de Medicina, había una formación prevista por ley
para las parteras, la cual fue evolucionando poco a poco; ya en 1854, un jurado
médico le permitía o no entrar a la Facultad y seguir la pasantía en
hospitales. La primera escuela de partera, creada en 1802 y cuya pasantía en el
famoso hospital "Hôtel-Dieu", fue rápidamente muy famosa en toda Europa. (Buscando en el
Internet algo similar en América Latina, encontré también una escuela de partera creada en 1877 en Uruguay).
Esos estudios que de 6 meses ya habían pasado
a 2 años en 1892, obligaban a una disciplina rigurosa y formaban mujeres
profesionales de alta calidad, celosas de su independencia ganada por una
voluntad férrea de mantener esa independencia que les permitía, como decía mi
abuela, discutir con igualdad con los hombres, y jamás volver a ser solo ama de
casa. De hecho, para terminar de forma jocosa, mi abuela era una muy mala ama
de casa!!!
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