Una
noticia nos llamó la atención: “Detenido un sacerdote español por robo de documentos del Vaticano”.
El
“nuevo caso Vatileaks” como lo llaman
pone en evidencia la fragilidad de los controles para la documentación
sensible, hasta en el Vaticano. Y eso, que ocurrió en un lugar con larga
tradición archivística y alta seguridad. Los culpables no son archivistas pero
sí usuarios de alto nivel.
¿Cómo
prevenir ese tipo de actuación en una organización? Es muy difícil. En muchos
casos, hay complicidad. La justicia vaticana nos dirá como pudo pasar. Pero en
una empresa, la mejor forma es la prevención. Se controla lo que sale del
archivo y lo que vuelve; se coloca cámaras en lugares estratégicos; para
documentos de mucho valor, como por ejemplo las garantías de los préstamos en
un banco, se utiliza el sistema de RFID.
Insisto
también sobre la ética del archivista, que permite evitar también en parte los
hurtos de documentos.
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